El Euskera en Islandia
En
la primera mitad del siglo XVI los balleneros vascos configuraron la primera
industria ballenera a gran escala en Terranova que tenía sus bases en diez
puertos de la costa sur de Labrador. Entre 1560 y 1570 faenaron en la zona unos
30 barcos. Eran en total más de 2.000 personas que llegaron a cazar unas 400
ballenas. A comienzos de siglo XVII la caza disminuyó, por lo que buscaron
nuevos espacios que les llevaron a las islas Spitzberg, Islandia y el norte de
Noruega a principios de 1600.
Se
sabe que por lo menos desde 1613 los balleneros vascos cazaban en las aguas que
bañan Islandia, siendo los primeros que lo hacían por esas latitudes. Las
crónicas islandesas dicen que los vasco-franceses fueron los primeros en cazar
ballenas en aquellas latitudes. Existen documentos islandeses que acreditan la
llegada de balleneros vascos ya en el año 1613, pero es probable que llegasen
años antes. Se sabe también que aunque los islandeses no estaban acostumbrados
a ver barcos balleneros lo cual les causó cierto estupor inicial, las
relaciones que se entablaron entre ellos, sobre todo comerciales, fueron muy
cordiales. Llegaron a existir enlaces familiares pues al alternar seis meses
entre la península e Islandia hubo quienes mantuvieron familia en ambos
lugares. Tal fue el entendimiento que para comunicarse usaban una jerga, mezcla
de vasco e islandés conocida como vasco-islandés.
Con
todo, las relaciones entre los islandeses y los balleneros vascos no fueron
siempre pacíficas. Hay un episodio muy sangriento conocido como Spánverjavígin
("la matanza de los españoles") relacionado con su presencia en
Islandia: la muerte a manos de los islandeses de 32 marineros vascos bajo el
mando de los capitanes Pedro de Aguirre, Esteban de Tellería y Martín de
Villafranca. Estos sucesos acontecieron en los Fiordos del Oeste, entre 1615 y
1616, cuando, tras el naufragio de tres barcos balleneros fueron asesinados por
causas no muy claras.
El
vasco-islandés fue, entonces, una amalgama hablada por los pescadores y balleneros
vascos y los habitantes de Islandia, y que se caracterizada por combinar los
rasgos sintácticos, fonéticos y morfológicos de una lengua con las unidades
léxicas de otra. No tenía una gramática estructurada estable y apareció por
tratarse de una zona de contacto pesquero intenso de poblaciones
lingüísticamente diferenciadas. En esta jerga también es notable la influencia
del francés y el inglés, fruto de la convivencia y el comercio entre pescadores
de distintos países en las aguas del Atlántico norte.
Tenemos
noticia de esta jerga gracias al curiosísimo
«Glosario vasco-islándico» aparecido por primera vez en un libro
escrito en latín editado en Ámsterdam en 1637. Su autor fue el filólogo Nicolás
Gerardus Hondricus Deen, que lo compuso con la supervisión del rector magnífico
J. van der Hoeve. En el Glosario se
incluye un estudio del artículo definido vasco y otro del modo de verter los
infinitivos islándicos al euskera. Así como un estudio ortográfico y otro
fonético. En la obra también se incluye la lista pormenorizada de los dos
vocabularios.
Este
libro fue hallado por Angel Irigaray en su paciente investigación con los
empleados de la Biblioteca de la Diputación de Guipúzcoa.
Este
manuscrito de gran interés data del siglo XVII y se conserva en el Instituto
Arni Magnússon de la Universidad de Islandia, en Reikiavik. Como queda dicho,
el manuscrito consta de dos glosarios, el primero de 16 páginas, con 517
palabras, y el segundo de 10, con 228 palabras. En total cuenta con 745
palabras en ambos idiomas.
En
el manuscrito se pueden encontrar palabras de uso común, así como otras propias
de la actividad ballenera y su medio. Según las investigaciones que se han
llevado a cabo sus autores podrían ser dos personas diferentes, participantes
en aquellos contactos comerciales y personales entre balleneros vascos y la
población local islandesa. Muchos de los términos vascos son propios del
dialecto labortano. Esto parece indicar que los posibles establecimientos
vascos en la región de Vestfirdir, de donde procede el manuscrito, serían de la
zona vasco-francesa de San Juan de Luz. Se convirtió así la lengua vasca en la
primera lengua viva para la cual se hizo un diccionario, aunque rudimentario,
en Islandia.
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Una de las páginas del glosario vasco-islándico. |